Muuuuchos meses sin escribir, muy en forma y buenas rutas de alpinismo que estábamos haciendo antes del confinamiento, buenos encadenamientos de rutas por nuestro pirineo y muchos planes que quedaban en el cajón para pasar al encierro forzado.
Tras terminar mi última carrera allá por 2016 (4k valle de aosta) y retirarme de la Ronda dels cims en 2018, este año quería correr, pasar tiempo en el monte.
En la misma semana de noviembre me despidieron del trabajo( lo cual era esperado) tuve un hijo (esto también era esperado y buscado, desde hace 9 meses) y me apunte a la Swisspeaks 360.
Me quería demostrar a mí mismo que podía ser capaz de correr largas distancias, ese era mi único y real objetivo.
También terminé un máster en dietética y nutrición con lo que ahora intento ganarme la vida.
Muchos frentes abiertos, no iba a ser fácil concentrarme en la carrera.
Creo que es bastante difícil centrarse en un objetivo tan a largo plazo pero lo iba a intentar, me iba a poner pequeños retos para motivarme e intentar llegar fuerte a la carrera.
Dicen que tener un hijo te cambia la vida, sin duda lo hace, pero depende de uno mismo en que sentido te cambiará.
No hay que cambiar, simplemente adaptarse, como en todas las circunstancias de la vida y, a mí, sin duda, me la ha cambiado para mejor y gran parte de ese éxito que es sacar una familia adelante la tiene sin ninguna duda mi compañera desde hace 13 años, Lorena, que se merece un monumento.
Poco a poco iba entrenando, desde octubre hasta Navidad intenté correr en plan tranquilo, coger sensaciones, muy poco a poco y estirar mucho. También hice mucho ejercicio de bosu, equilibrios para mis maltrechas caderas (otra motivación era demostrarle su error a los médicos y fisios que me habían dicho que poco más que tenía que llevar una vida normal, o sea, sedentaria, para conservar mi cadera)
Los meses previos me había relajado, otro de los objetivos para llegar a la carrera con opciones de terminar era adelgazar 18kg. Mis recientes estudios me ayudarían.
Me puse un plan que intenté cumplir y lo conseguí. Sin duda, es la parte más dura de la preparación, sobre todo mentalmente.
Mola mucho ver como vas evolucionando a mejor. Mejorando poco a poco. Los dolores se van mitigando y la motivación va creciendo. Vas adelgazando, vas corriendo más y más, te sientes bien.
Y llega el coronavirus, que te descojona todo.
Para empezar ni siquiera se sabía si se iba a celebrar la carrera.
Encierro y bajón físico y mental (estas preocupaciones a mucha gente le pueden resultar absurdas, con la cantidad de gente que ha muerto, pero eran mis preocupaciones, por suerte nadie de mi circulo de amigos-familia ha sufrido por esta enfermedad)
Tuvimos la suerte que como estábamos pasando la baja maternal en el Pirineo, allí nos pilló el confinamiento.
No voy a mentir, si me pilla en la ciudad me pego un tiro.
Estar allí por decirlo de alguna manera me permitía... ciertas flexibilidades.
Cuando terminó el encierro, todavía me quedaban 8 kg por perder y mi mujer tuvo la opción de teletrabajar. Seguíamos en el Pirineo.
Para tener cierta vida familiar, yo me levantaba todos los días de 3,30 a 4 de la mañana para entrenar, hasta las 8,30- 9,00. Luego todo el día con el niño y el resto de quehaceres de una casa para a partir de las 18,00 disfrutar de la vida en familia. Prontito a dormir, que mañana hay que madrugar...
El que algo quiere algo le cuesta y si se quiere, se puede, hay que buscar horas donde no las hay.
A final de mayo nos confirmaron la celebración del evento. Habría alguna modificación y el recorrido oficialmente serían 314km y 22500+/ 24000-
Mi hermano Jorge se anima y se apunta para la de 170 km.
Seguimos entrenando y poco a poco nos acercamos a un buen estado de forma.
Buenos entrenos (nunca hice una tirada de más de 10 horas, pero muchas de entre 4 y 6 y entre 2000 y 3000+) y se va acercando la fecha.
A falta de mes y medio Jorge se rompe el tobillo (consigió salir a correr 4 o 5 días antes de la carrera) y a mí, a falta de 4 semanas me salen unos entrenos buenísimos, seguidos de una semana de un bajón brutal físico y mental.
Todo el esfuerzo de los meses previos se va al garete. Me paso una semana hundido, comiendo y bebiendo, desentrenando y sin poder hacer nada de monte, hasta me siento delante del ordenador para escribir una carta de renuncia a la organización.
Lo pienso mucho y cambio el chip, todavía quedan 3 semanas. Me recupero. Ha sido casi un año de esfuerzo y de brutales sube y baja, mentales y físicos.
Como me dijo mi mujer, no es solo tu esfuerzo, es también el nuestro, como familia, ya has llegado muy lejos para renunciar ahora.
Saliditas rápidas y sencillas al monte, hay que mantener y no perder todo lo conseguido (las 3 últimas semanas no pasé de las 3 horas y 1600+ en cada salida)
Dos días antes de la salida, llegamos a Suiza, una mentirijilla en la aduana y no nos poner ningún problema para pasar.
Elección de material, últimos preparativos y motivación a tope antes de la salida, desde el precioso pueblo de Bettmeralp.
Estoy en la línea de salida, solo los más cercanos saben el esfuerzo que me ha costado llegar aquí.
A partir de ahora, a ser inteligente, con la experiencia que te da haber ya hecho dos veces esta distancia.
No tenía ninguna duda, si me aguantaba la cadera, lo iba a dar todo para llegar al lago Leman.
2 comentarios:
Gracias Javi, por compartir estos momentos, un abrazo enorme!
zorriyooooo, espero nos invites pronto a tus latifundios de ontinar. un abrazoooo
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